La forma en que hablamos del cuerpo ajeno dice más de nosotros que del otro.
En una sociedad obsesionada con la imagen, es fácil caer —muchas veces sin darnos cuenta— en discursos que reproducen estigmas sobre el cuerpo. La gordofobia, o discriminación basada en el peso
corporal, es una de las formas más invisibilizadas y normalizadas de violencia cotidiana. Desde nuestro centro de psicología, creemos imprescindible abrir este espacio de reflexión.
La gordofobia hace referencia al rechazo, prejuicio o discriminación hacia personas con cuerpos que no se ajustan a los estándares estéticos dominantes, centrados en la delgadez. Esta forma de estigma puede manifestarse de múltiples formas: desde bromas aparentemente inofensivas y comentarios sobre la apariencia física, hasta barreras más estructurales como la exclusión en el ámbito laboral o el maltrato en entornos médicos.
A menudo se justifica bajo un falso discurso de preocupación por la salud, sin tener en cuenta que la salud es un concepto integral, y que la violencia verbal y emocional también deteriora el bienestar.
Diversas investigaciones han demostrado que la exposición constante a comentarios o actitudes gordofóbicas puede tener un impacto significativo en la salud mental. Un estudio publicado en Obesity Reviews (Puhl & Heuer, 2009) señala que las personas que enfrentan estigma por su peso tienen más probabilidades de desarrollar depresión, ansiedad, baja autoestima y trastornos de la conducta alimentaria.
Además, este tipo de discriminación puede llevar a la evitación de servicios sanitarios, por miedo a ser juzgados por su peso, lo que repercute negativamente en la salud general. En lugar de recibir atención médica adecuada, muchas personas terminan recibiendo únicamente recomendaciones para "bajar de peso", independientemente del motivo real de su consulta.
Los comentarios sobre el cuerpo, especialmente frente a niños y adolescentes, tienen efectos profundos y duraderos. La forma en que hablamos de los demás, o incluso de nuestro propio cuerpo, sirve de modelo para las nuevas generaciones. Somos el espejo donde se miran.
Es fundamental evitar las valoraciones negativas —incluso las que parecen pequeñas o "graciosas"— y sustituirlas por un lenguaje que fomente la aceptación corporal, la empatía y el respeto por la diversidad.
El Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales (ODA) reveló en su informe de 2023 que solo el 8,83 % de los personajes representados en el cine español, y el 8,2 % en series de ficción, presentan corporalidades disidentes, muchas veces relegadas a roles cómicos, estereotipados o sin profundidad. Esta falta de representación refuerza la idea de que solo ciertos cuerpos merecen protagonismo, deseo o éxito.
Combatir la gordofobia también implica exigir narrativas más inclusivas en los espacios culturales y mediáticos.
Desde la psicología, abordamos este fenómeno desde una perspectiva de salud integral y derechos humanos. Algunas recomendaciones clave son:
Revisar nuestros propios prejuicios: Preguntarnos de dónde vienen nuestras ideas sobre el cuerpo, y si realmente están basadas en salud o en estereotipos sociales.
Elegir un lenguaje respetuoso y empático: Tanto en entornos familiares como profesionales.
Ofrecer apoyo emocional: Escuchar sin juzgar a quienes sufren por la presión estética o han sido víctimas de discriminación.
Promover una educación emocional en la infancia: Fomentar desde edades tempranas la aceptación del propio cuerpo y el respeto hacia el de los demás.
La gordofobia no es un tema superficial. Tiene implicaciones serias en la salud emocional y física de quienes la padecen. Visibilizarla, nombrarla y trabajar activamente para erradicarla es parte del compromiso que asumimos como profesionales de la salud mental.
Si vas a decir algo sobre el cuerpo de otra persona, que sea algo bonito. O mejor aún, pregúntate si es necesario decir algo.
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